Las dilataciones de esófago o megaesófagos pueden ser congénitas (enfermedad que se padece desde el nacimiento) o adquiridas (debida a causas secundarias, no desde el nacimiento).
La causa de la congénita es desconocida y afecta con mayor frecuencia a determinadas razas como el schnauzer miniatura, gran danés y dálmata.
Las adquiridas suelen deberse a neuropatías, miopatías o alteraciones de la unión neuromuscular.
Los signos clínicos que suelen presentar estos animales son “vómitos” (realmente son regurgitaciones: expulsión del contenido que se queda almacenado en el esófago debido a su dilatación. No suelen acompañarse de arcadas. Es complicado a veces distinguirlo de vómitos) acompañados o no de pérdida de peso. Otras veces el motivo por el que se acude al veterinario es la tos (por traqueítis que se produce asociada a reflujo gástrico o por neumonía que es la complicación más habitual de este problema).
La prueba de elección para diagnosticar este problema es la radiografía con contraste (en ocasiones se pueden ver hallazgos sospechosos en una radiografía convencional pero suele ser necesaria la aplicación de contraste para evidenciar la dilatación).
En Junio se presenta en la consulta de Európolis Veterinaria un schnauzer de un año de edad con historia de vómitos espumosos de quince días de duración. Los vómitos no son constantes, tolera alimento y agua y no hay pérdida de peso.
Se le ha diagnosticado de traqueítis porque presenta además toses de vías altas. Está en tratamiento para la traqueítis y los vómitos sin una respuesta adecuada.
Tras una exploración y anamnesis completas, sospechamos de una posibilidad de megaesófago ya que los vómitos en realidad parecen regurgitaciones y la raza tiene predisposición a presentar esta patología.
Se le realiza una radiografía convencional del tórax para evaluar el pulmón y descartar que los síntomas se deban a un problema respiratorio o, si hay realmente un megaesófago, podamos tener una neumonía por aspiración secundaria.
En la imagen no se observa problema a nivel pulmonar. Se visualizan unas finas líneas que podrían corresponderse con las paredes dorsales y ventrales del esófago. Para confirmar si se trata de una dilatación esofágica, se administra contraste radiológico y se obtiene una imagen en la que se observa claramente la dilatación del esófago.
En las imágenes anteriores se observa perfectamente la dilatación esofágica delimitada por el contraste radiológico.
Una vez diagnosticado el megaesófago se procedió a poner unas pautas alimentarias específicas y medicación para la posible esofagitis secundaria a reflujo.
Al poco tiempo de empezar con las pautas de manejo alimentario y la medicación la mejoría clínica fue evidente.
Se recomienda realizar seguimientos radiológicos periódicos para ver la evolución y vigilar la posibilidad de aparición de neumonías secundarias debido a la dificultad que tiene el bolo alimenticio para progresar desde el esófago hasta el estómago y a las regurgitaciones tanto de alimento como de líquido que pueda presentar el animal.